Conoce tu comarca

Historias, leyendas y paseos por lugares de la provincia de Segovia.





Señor Uge, maestro, buen amigo y padrino del pequeño blog Conoce tu Comarca que nació gracias a ti, te felicito por esos diez años de tu WEB DE SEBULCOR, una WEB con mayúsculas, donde creo yo, y no me equivoco, pusiste algo más que tu tiempo, fuiste pionero y a través de ella diste a conocer "Un pequeño pueblo segoviano enclavado en el corazón del Parque Natural de las Hoces del río Duratón", a donde estás ligado con el corazón.


Acercaste las fiestas a los que no podían estar en ellas, que a buen seguro añorarían viendo las imágenes que colocabas en vivo y en directo, y por otro lado se sentirían más cercanos a su pueblo, Sebúlcor, gracias a ti.
Nos hiciste participes con la foto de la semana y alguna que otra historia, y poco a poco, como es mi caso, me metiste el gusanillo, ¡GRACIAS POR ELLO UGE!
Pusiste el contacto para estar al corriente de las noticias y amigos.
La grandeza que tienes, Uge, es que durante estos diez años tal vez no fuiste lo suficientemente agradecido por ello, y en alguna ocasión hasta fuiste criticado sin ser tu el culpable de algún desaguisado, pero tu siempre ahí estabas, con tu constancia y con tu inseparable cámara para dejar testimonio de una crónica e historia de ya diez años atrás de "Un pequeño pueblo segoviano enclavado en el corazón del Parque Natural de las Hoces del río Duratón"


Gracias Uge, a seguir así y felicidades. 


Esca

Aquella mañana tampoco llegó, estuvo esperando toda la mañana sentado bajo la encina, en esa piedra aparente casi para esperar. -Otro día vendrá- se dijo, y poniéndose su sombrero de paja y agarrándose a su garrota se encaminó a casa en ese día de verano que para Luis fue una mañana más, como otra cualquiera, eso si, algo cabizbajo, llevaba ya esperando la visita algún tiempo, -sus razones tendrá para no venir- y frunciendo el ceño siguió su camino, camino entrecortado y lento, entre enebras centenarias, ya recorrido ¡¡ tantas veces!!.

Por la tarde, después de echarse una buena siesta, Luis se paseaba un  ratejo por la ribera del arroyo que por su pueblo serpenteaba, Matajudíos le llamaban, él muchas ocasiones se preguntaba el porqué ese nombre a un arroyo, pero después de cavilar un rato terminaba diciéndose, -sus razones tendrían los antiguos para ponerle este nombre- y, poco a poco, pasaba el día, las semanas, los meses, en fin, el tiempo, sin sorpresas ni sobresaltos, simplemente pasaba, que no es poco. Ya cuando la tarde caía se pasaba por el huerto, tenía cuatro plantas de tomate, unas de calabacín, unas sandías y melones de los de antes, cuyas simientes recogía él mismo el año antes, y también acelgas y, como no, berzas con las que estaba encantado viendo su vigor. Del mismo arroyo, por un senderillo, bajaba y cogía, con un  cubo de hojalata, el agua para regar su huerta, le resultaba muy grato el huerto y se le pasaba el tiempo más entretenido.

Cuando terminaba de arreglar y regar la huerta Luis se sentaba sobre un tronco caído, ya tan viejo como él, y allí de nuevo veía pasar el tiempo, los recuerdos de su vida se agolpaban en su mente. Como tantos otros de su pueblo y de la comarca, tuvo que abandonarlo allá por los años sesenta, se resistió todo lo posible, pero en una fábrica de Madrid se empleo hasta que vino al pueblo con su mujer cuando él se jubiló. Ella ya falleció hace unos años, su corazón ya no soportó un minuto más, sus hijos se quedaron en Madrid, pertenecían a esa gran colmena. Poco a poco, cuando la luz del sol se escondía, Luis mecánicamente, se colocaba su sombrero de paja y de nuevo se encaminaba hacia el pueblo con sus pasos entrecortados y lentos para ya meterse en casa y no aparecer fuera de ella hasta la mañana siguiente, bien prontito eso si, le gustaba madrugar, o no le gustaba estar solo en casa. El reloj de pared heredado de sus padres con su tic-tac, tic-tac, le martirizaba, hacia todo lo posible por quitárselo de su mente y aunque no le apeteciera nada para cenar, él se ponía a hacerse algo en la cocina, nunca le gustó, tampoco tuvo oportunidad de hacerlo, su mujer María le atendió y sacó a sus hijos adelante como pudo, eran otros tiempos, pero la echaba mucho de menos, y en lo que menos en esos menesteres, se sentía muy solo, las noches eran eternas, la Dama Soledad se instaló ya para siempre en su casa,tan silenciosa ella, de tan pocas palabras, y hace tan poca compañía.

A María, su esposa, la conoció en las fiestas del pueblo, era del pueblo de al lado y vino a casa de unos familiares a pasar las fiestas, quien lo diría, desde que se conocieron fue ya parte de su vida y, para siempre, única e irreemplazable. 

Terminada la cena, que podía durar casi una hora, recogía la mesa con la tranquilidad que le daba toda la noche, y con la amargura de tener que acostarse para no dormir apenas, la echaba mucho de menos, por egoísmo él hubiera preferido ser el primero, pero la vida no tiene ningún acuerdo con la muerte, Luis no se acostumbraba a ver esa casa tan vacía, tan silenciosa, se sentía prisionero en una cárcel de barrotes de frustraciones, soledad y amarguras… y ese maldito reloj… no para con su tic-tac, tic-tac, pero Luis no le forzaba a pararse, tal vez la molestia que tenía con él era lo poco rápido que marcaba su tiempo.

Pero la fatiga de sus años y la tranquilidad que le daba recordar en esos rincones ya casi olvidados del pasado, lograban dormirle. Esa noche soñó que por fin le llegaba la visita tan esperada, nunca pensó que fuera tan hermosa, vestida de un vaporoso blanco virginal, veía como se acercaba a él en la compañía de su amada, tantos años, esposa. La llevaba de la mano, la cara de María tenía la edad de cuando le dejó solo, pero irradiaba la felicidad de una novia junto al altar, no hubo palabras ni gestos por parte de ninguno, simplemente una lágrima recorrió la mejilla de Luis al sentir como cogía María su mano.

Luis siempre se preguntó como sería esa, su última visita. Durante su vida tuvo alguna que otra visita de alguna que otra dama con diferentes reputaciones, en sus primeros años de casado y con un hijo ya, le visitó la Dama Amargura, días duros de hambre, fue difícil echarla de su casa pero lo consiguió gracias a un gran caballero luchador llamado Tesón. La Dama Envidia nunca le visitó, Luis era muy consciente de su ser y de hasta donde podía llegar. La Dama Pasión se instaló para siempre en su vida, ¡como no sentir pasión por la vida y por todo lo que te rodea! La Dama Felicidad, esa si que es una señora dama, le hizo llorar muchas veces, el día de su boda y en el nacimiento de sus hijos y nietos, pero la perdonó esas lagrimas.

Tic-tac, tic-tac, el reloj despierta a Luis con un gesto de amargura, -los sueños, sueños son- piensa, pero con gusto no hubiera despertado. Como tantos días y años atrás,  se viste y emprende su paseo mañanero por el camino, entre las sombras de las enebras, que le lleva al cementerio.

Se cruza con su vecina la Luisa, como todos los días, que viene de rezar a su marido Antonio, la saluda, pero no recibe respuesta, malas jugadas nos hace a veces esta cabeza, -¿lo habré pensado solo, o no me habrá oído?-, Luis estaba aun un poco confundido con el sueño, no hacía más que pensar en ello, se sentía algo diferente y aturdido. 

En el cementerio rezó en la tumba de su esposa y como tantos días, como si ella le oyera desde allá donde estuviera, le contaba sus cosas, cosas sin importancia la mayoría de las veces, en esta ocasión le contó su sueño, y una nueva lágrima recorrió su mejilla, tal vez fue una lágrima de reproche contra esa dama que no le visitaba. 

Poco a poco, y apoyándose en su sufrido bastón, emprendió el camino abajo hacia el pueblo, camino lento y carente de emociones, todas se descargan cuando se llega a ese destino, cuando se baja ese camino solo tienes un vacío. A lo lejos ve  el pueblo y nota que algo pasa diferente a otros días, ve a sus vecinos algo alborotados y coches junto a su puerta, se sobresalta al acercarse y reconocer los coches de sus hijos, la voz de su interior le desgarra el alma, -¡Dios mio!- exclama, -¿que pasará?-, Luis no comprende lo que ve, tampoco asimila lo que siente al ver a sus hijos llorando y ver llegar un coche fúnebre y bajar un ataúd y meterlo en su casa. -¡Dios mío!, es para mi-.
-La visita tan esperada fue real, no fue un sueño, mi historia se vuelve a repetir, dejé mi corazón en mi pueblo cuando tuve que partir de él y ahora soy prisionero de él en cuerpo y alma, la Dama Muerte no cumplió lo pactado con la vida. ¡Dios mio, libérame!-


En esta ocasión me acerqué a un rincón de nuestra tierra segoviana, a un valle que lleva nombre de pueblo ¿o es el pueblo el que lleva el nombre del valle?
El valle de Tabladillo no se encuentra, se descubre por una pequeña carretera, según nos adentramos en él nos encierra entre sus paredes pétreas, refugio de buitres que toman el sol a primeras horas de la mañana sin perder de vista por estas fechas de invierno a los futuros navegantes del cielo segoviano que esperan en los nidos, aun prisioneros de su cárcel  blanca. Cincuenta y cinco días, aproximadamente, les incubarán desde su puesta en enero, para, a finales de verano, sentir el placer que envidiamos algunos de los humanos, volar como solo los buitres lo saben hacer, dominio total del medio.
Nos da la bienvenida el emblema del lugar, el pingocho de San juan, que lleva el nombre de un antiguo despoblado que en las cercanias se encontraba, del cual apenas quedan en pie unas ruinas de su ermita, no muy lejos de este lugar otro despoblado, Pajares, que se encontraba en el alto.


Al valle desembocan barrancos de entrañas blancas que extrajeron sus habitantes no sin mucho esfuerzo y que enlucieron palacios como el de la Granja de San Ildefonso y casas más humildes y no por ello menos honradas, por sus laderas pugnan la cumbre los atrevidos almendros en silencio, solo roto en primavera por algunos pajarillos y algún macho de perdiz reclamando un poco de amor entre tan árida y seca orografía vigilados por los pequeños  ventanucos de antiguas tenadas,palomares y colmenares que se cuelgan de cualquier oquedad o saliente en la roca para no caerse ladera abajo y que parecen mirarnos a nuestro paso. 
Por el valle discurre un arroyo que nace en el Barranco del Fraile, en un lugar llamado Valdesuso, el Arroyo del Valle que llaman los lugareños, que recorre todo el valle para encontrarse con el Duratón apenas unos kilómetros más abajo, no sin antes mover las ruedas de dos molinos en un pasado ya lejano y dar la vida a sus huertas, nogales y a esos árboles frutales y de ciruelas claudias tan conocidas en toda esta zona.
El nombre de Tabladillo tiene su origen en esos huertos, se les llamaba Tabula (medida de extensión), se empleaba antiguamente, era un pedazo de heredad que se siembra, su origen es romano y la procedencia del vocablo bien podía ser gallega o asturiana, probablemente el lugar de los colonos que se asentaron en estas tierras en tiempos de la reconquista.


Valle de Tabladillo es un pueblo escondido en un valle, es una pequeña porción del norte de nuestra Península Íberica enclavado en tierras castellanas, en mis visitas siempre me lo pareció y más en algún día de niebla o lloviendo, esas casas hechas de adobe, de delicada labra en sus dinteles de piedra, escalan las laderas, sus galerías que aun quedan en pie lo testimonian, las casas de nueva construcción se siguen haciendo con galerías, es de agradecer que no se pierda su identidad.
Continuando la carretera nos encontraremos con el Barrio de Arriba y el Buqueron, con los restos de su ermita de San Cristóbal y un buen paseo por el Cañon del Fraile que nos lleva hasta el pueblo de Castroserracin.


El valle de Tabladillo es otro de los bellos rincones desconocidos que se encuentran en nuestra tierra segoviana, un lugar lleno de encanto, de sabor a lo tradicional, de olor a aromáticas, de silencio compartido con almendros y centenarios nogales, de imágenes recogidas por nuestra retina que no se olvidarán tan fácilmente.

Para ver algo más 
http://www.conocetucomarca.com/2011/02/entre-dos-pueblo-el-canon-del-fraile.html

Voy a contaros una pequeña historia algo extraña que me ha pasado estas semanas de atrás, aunque el principio de la historia viene de este otoño y está relacionado con este blog y con una entrada en particular: COVATILLAS, LUGAR DE HISTORIA Y FANTASÍA.
La entrada empezaba así: 
"Hace unos días, el señor Otoño nos regaló una de esas mañanas de un cielo tan azul como los de los ojos de la princesa de nuestros sueños." 
¿Lo de fantasía? En esta entrada recordé lo que un cierto día mi compadre Alkaest me contó frente al iglesia de San Juan de Orejana, algo sobre una olma vieja que se encuentra allí, me decía que en esos árboles viejos habitaban las Driades que eran seres mitológicos de la cultura celta y que en ese ya no habitaría, al preguntarle que por qué en ese no, me contestó: 
-En este, Esca, no, está seco y esos seres, las Driades, nacen en él, pasan su vida dentro de él y mueren junto a él-. 
-Preciosa historia- pensé.
En Covatillas lo recordé al ver esos árboles tan viejos que se encuentran a lo largo del río Pirón como centinelas guardando el tesoro de la vida, el agua, ni más, ni menos, preciado tesoro en cualquier punto de nuestro planeta y les hice afotos, como digo yo. Con una de ellas quise hacer un guiño a la fantasía y se la mandé a mi socio Uge. 
-Uge, tu que entiendes del Fotosós ese, quiero que alguna afoto de estas que te mando me la truques y pongas una Driade, pero que apenas se vea, que pase inadvertida-. 
El Uge, un fenómeno, aun a mi, sabedor del truco, me costó ver en cual de los árboles estaba, pero la encontré, preciosa le quedó al jodio, era tan misteriosa que parecía real, parecía posar para la afoto. Coloqué la entrada con todas las afotos, encantaito estaba yo con el tema, y esperando que alguien lo viera y me lo comentara.
Pasado el tiempo y no pasando lo previsto por mi, me preguntaba si solo yo lo veía, y llamé al Uge: 
-Uge que nadie lo ve, que bien lo has hecho jodio-. 
-¿El qué?- me dijo 
-Pues la Driade-. 
¿Y eso, qué es lo que es?-. 
-Pues lo me hiciste con el Fotosós-. 
-Pues yo no se nada Esca-. 
-¿Entonces no recibiste mi correo diciéndotelo?- le pregunté. 
-Pues no, recibí los archivos los coloqué y punto-. 
-Pues mira esa afoto en la que hay solo un árbol ¿qué ves?- 
-Pues nada, un árbol y el río-
Joer, abrí el blog, encontré la afoto donde estaba la Driade, y, sorpresa mía, yo tampoco la veía, -¡pero si ayer lo vi con estos ojitos míos, ha desaparecido!, que desilusión, me estoy trastornando, ¡si ya no fumo!
Pasó alguna semana y volví a Covatillas a continuar la entrada que tenía prevista después de esta y llegar hasta el Rincón de Máximo, hice el mismo itinerario que la anterior vez, el puente, la fuente... y en el trayecto hacía la ermita de Santiaguillo, allí entendí todo el desaguisado, ese árbol donde recogí la afoto estaba caido sobre el río, sus raíces estaban fuera de la tierra que le nutria y le daba vida tanto a él como a su moradora la Driade.
Por favor, respetemos los árboles al igual que todo lo que nos rodea en la naturaleza, muchos seres habitan en ellos aunque no los veamos, SENTIRLES, NUNCA SE SABE QUIEN HABITA EN ELLOS.


Continuando mi andadura por el valle del río Piron y su afluente, el río Viejo, bajo de la Torca y sigo caminando río arriba por el valle del río Viejo, me sigue acompañando mi amiga la Dama Soledad, tan silenciosa como siempre, diría que es tan silenciosa como el olor de una rosa, pero me hace compañía en estos parajes tan solitarios, ya a lo lejos veo El Rincón de Máximo, no es simplemente un lugar algo diferente a las demás laderas que se encuentran en su alrededores, que lo es, es inconfundible el lugar entre tanto secarral, los almendros delatan el esfuerzo de Máximo por crear en esas laderas tan áridas un vergel, que lo fue, según me contaron los más viejos a los que más tarde pregunté, según me dijeron hasta un estanque tenía lleno de peces de colores, pero el tiempo y la falta de atenciones y cuidados, después de su marcha, pasan factura.
Paseo por esos senderos respetuosamente, entre esos almendros, y alguna que otra zona más verde cerca de una fuente, no muy lejos de allí, donde algún frutal y los nogales crecen con lentitud, me adentro en las ruinas, creo que aun queda impregnado en cada rincón de ese lugar el espíritu del señor Maximo que allá por los años cincuenta se retiró a ese lugar a habitar en una pequeña cueva que poco a poco habilitó para vivir, cientos de preguntas me machacan sobre su historia. 
¿Por qué elegiría una vida así? También, a buen seguro, tendría una amiga llamada Soledad con quien charlar para nunca encontrar respuesta alguna.



Y con mis pensamientos, bajo esa ladera en busca del silencioso aún, río Viejo, vuelvo a andar lo andado, es un paseo agradable, dejo atrás la Torca, la cueva del Moro, y llego de nuevo al río Piron esta vez por el otro margen, bordeando el Cerro de la Sota, un asentamiento prerromano defendido por un foso escavado en la roca, junto al cual se encuentra un fresno impresionante. Me dirijo de nuevo hacia Covatillas, a veces, por el margen del río, admirando esos vetustos y arrugados árboles, y otras por el camino entre las encinas, me acerco a las ruinas del palomar que veo en la ladera, echo una mirada al interior, me impresiona su arquitectura, sus nidales, ahora vacíos, dan cierta nostalgia, los tiempos cambian, pero... ¿a mejor?


Sigo un camino entre encinas y al lado del río que llevará a las ruinas del molino, su imagen no me deja indiferente, las paredes exteriores derrumbadas dejan ver sus entrañas, su maquinaria inerte, sorda, ya no muelen pan desde hace muchos años, ¡cuanto ingenio derrochado! y nos creemos en la actualidad que inventamos algo sobre la energía limpia... ¿estará todo escrito?
De vuelta al lugar de inicio de mi excursión, estos lugares me dan que pensar en el devenir la historia de Covatillas y la atracción que ejerció para el hombre desde los principios de la historia, en ella se asentaron las gentes del neolítico hace ya seis mil años en la cueva de la Vaquera, siguieron poblando este paraje en la edad del bronce, más tarde los hombres de la cultura del hierro en el Cerro de la Sota y el Cerro de Castrejón, ¿llegaron los romanos a este lugar? Creo que también, ya en nuestra era, por el siglo XIV, se construyó el puente tan magnifico que uniría la zona del nordeste segoviano con la capital y daría vida en ese siglo al lugar, le seguirían en el tiempo el molino, el palomar y, poco más tarde, el abandono, ¡que extraño es el humano! Redecoran con los mismos muebles y les cambian de lugar una y otra vez en busca de que se yo qué, la naturaleza, en cambio, sigue sus pautas, su creación, poco a poco, siglo a siglo, milenio a milenio, no tiene prisa por nada, sabe bien que es la única que perdurará en este, como en cualquier otro lugar, brindándonos estos bellos rincones y todo a cambio de un poco de respeto.


Para ver mas
http://www.conocetucomarca.com/2009/06/como-desde-siempre-penarubias.html
http://www.conocetucomarca.com/2009/07/navegando-por-el-rio-piron-romeria-de.html
http://www.conocetucomarca.com/2012/01/covatillas-un-lugar-de-historia-y.html


Mi amiga es de pocas palabras, diría que de ninguna, es tan silenciosa como el olor de una rosa, tan sutil y delicada como la caída de la hoja, ¿bella? pues nunca me lo pregunté, pero siempre me lo pareció, ¡¡es tan etérea!!
Hace que nunca me encuentre solo, ni en fiestas ni saraos, y es que a veces, es mi compañera entre mucha gente, es mi amiga desde siempre, mi acompañante fiel, nunca me falló su compañía, cuando la tristeza me invade me acerca su mano a la mía, yo también entiendo su tristeza al fin y al cabo es la misma, la conocí hace ya tanto tiempo, pero ya nunca se fue de mi lado, en ocasiones la ignoro pero ella nunca se enfada, siempre está de mi lado, nunca, nunca me habla, pero me lo dice todo con su silencio, es toda una dama, es mi amiga, mi buena amiga, la Dama Soledad.

Cosas del Esca
http://www.conocetucomarca.com/2011/12/oda-un-anorexico.html
http://www.conocetucomarca.com/2011/11/el-senor-otono.html
http://www.conocetucomarca.com/2011/10/reflexiones-de-un-pueblerino-bajo-una.html
http://www.conocetucomarca.com/2011/06/quien-me-ha-quitado-mi-mes-de-abril.html
http://www.conocetucomarca.com/2011/01/os-voy-contar-un-cuento.html
http://www.conocetucomarca.com/2010/07/historias-para-una-noche-de-verano-el.html
http://www.conocetucomarca.com/2010/02/caminos-de-ensonacion.html

Hace unos días, el Señor Otoño nos regaló una de esas mañanas de un cielo tan azul como los de los ojos de la princesa de nuestros sueños, aproveché para hacer  una visita al río Pirón, a un paraje llamado Covatillas. Yo llego a él pasando por el pueblo de Torrreiglesias donde siempre dejo una mirada de admiración al pasar junto a su preciosa iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, sus metopas de geometrías imposibles son un alarde de un buen hacer y si mucho no me equivoco por unas manos mozárabes.
Cruzando el pueblo con dirección al frontón de pelota y entre la ermita del Humilladero y una nueva edificación, sale un camino de buen firme, entre tierras de labor, que nos llevará a Covatillas, que está a unos cuatro kilómetros de distancia.


Las tierras de cereal se acaban bruscamente, un muro verde aparece ante nosotros, allí mismo debemos romper con lo cotidiano y dejarnos llevar, camino abajo, simplemente por nuestros sentidos.
Aunque  la mañana es preciosa está aun todo helado a mi paso, la noche ha sido fría, fría, se alivia un poco el frío con el abrazo caluroso que me dan las encinas por el camino, que me acogen como a un nieto acogen sus abuelos. Siempre cuesta abajo y poquito a poco, según me acerco al valle mis pasos me sumergen en una  historia pasada, creo que algo más esplendorosa que la actual para estos lugares.


Un camino, seguro que lleno de cientos de historias de viajeros, de astutos mercaderes de bolsa repleta y bien guardada, de recelosos ganaderos trasladando sus ganados al mercado, jinetes de briosos corceles, de diligencias con su preciada carga de señoritas de buen ver y adinerados educados caballeros y que a veces se confunden con los que van primeros, y un buen camino que se precie de serlo no puede serlo sin tener un buen bandolero, el Tuerto del Pirón, temible bandolero por estas tierras, cuya reputación se ganó a pulso a mediados del siglo diecinueve:

Mucho ojo con el Tuerto, / que el que le sigue la pista, / fijo que termina muerto, / que es tuerto de doble vista (…). Tened ojo con el Tuerto, / que es ladrón que nunca avisa, / capaz de robar al cura / el copón diciendo misa (…) Mientras existan tocones, / le van a coger al Tuerto… / ¡Por los cojones!”.

Imagen tomada desde la cueva de la Vaquera, al fondo la ermita rupestre de Santiguito, dice la coplilla: Los moros de Losana/ quien lo creyera/que cambiaron el santo/por la pradera

Covatillas es un despoblado del que solo quedan las ruinas de  una casona con sus establos, unas tenadas y un palomar, no por ello deja de ser un lugar sugerente, atractivo y cargado de historias, continuo mi camino hasta llegar al puente que se encuentra a unos pasos detrás de la tenada.


Cruzando el puente, que en ocasiones es un puente a la fantasía, no se puede evitar una mirada al río, el pequeño Pirón, a pocos pasos, a mano izquierda, entre nogales, encontramos la fuente de Covatillas, un rincón evocador, precioso y preciso momento en el que llego, un velo de aliento de la noche aun tamiza la fuente que con una brisa oportuna se despeja y deja ver los leones que vomitan vida allá por donde pase, el sol, gran alquimista, aparece por encima de la ladera convirtiendo los prados, brillantes como la plata, en verde color esperanza, y deja pequeños brillantes colgados donde se guardan todos los colores del arcoíris, noto que alguien me mira al alejarme, vuelvo la mirada a la fuente pero no veo a nadie, a veces la mente nos la juega pero juraría que alguien me miraba. Dicen que estos parajes están habitados por seres fantásticos pero que no conviven con los humanos adultos, pero perjuraría que cuando he mirado atrás he visto chapotear en la fuente a un ser precioso, creo que les llamaban los muy antiguos Xanas.

Con un pequeño murmullo recorre el pequeño río Pirón este lugar

Continuo mi caminar río arriba hasta llegar a la ermita de Santiaguito, un caminar tranquilo y respetuoso, encerrado un poco en ese paisaje donde el silencio solo se rompe en contadas ocasiones con el rumor del agua al abrirse paso entre los guijarros del cauce, ¡y esos árboles! huecos, viejos, rugosos, que vemos como guardianes a lo largo del cauce del Pirón, dicen que en sus huecos carcomidos por el tiempo se esconden otros seres, las Dríades, aun tan bellas como las Xanas que creí ver en la fuente.
Y dicen también que por la noche, estas rocas que encuentro a mi paso, se transforman en trolls, que guardan y protegen al pequeño río Pirón y llegando el día vuelven a ser rocas, por eso no parecen estar siempre en el mismo lugar y creo que hasta un ruido que he oído sería algún ronquido, ¡dulces sueños!.
Desde Santiaguito busco el paso donde vadear el río y llegar a la cueva de la Vaquera o Fuentedura, hace años que me adentré en sus oscuras galerías y sentí las frías aguas subterráneas de una de sus galerías. La cueva de la Vaquera fue cuna de nuestros antepasados y también su descanso, casi eterno, pues siglos atrás una crecida de aguas subterráneas alteró un poco su descanso eterno, esparciendo sus restos por casi  toda la cueva, después llegaron en nuestro siglo algunas intervenciones arqueológicas.
Muy cerca de allí desemboca en el río Pirón el río Viejo, por un puente de madera cruzo y sigo mi caminar barranco arriba, pretendo llegar a la torca y tal vez hasta el lugar que llaman el rincón de Máximo. Me acompaña en mi caminar mi amiga la Dama Soledad, es de pocas palabras pero da mucho que pensar con su silencio eterno, me asombra siempre la naturaleza con su perfecto equilibrio que consigue con su continua contradicción desde que el planeta existe, en la humanidad seria interesante encontrar nuestro polo opuesto mas que recurrir a la complicidad, esto lo dejo ahí por si alguien me entiende, cosa que no consigo ni yo mismo algunas veces.
A veces, con nuestros pasos despertamos su curiosidad y abren sus grandes ojos las criaturas fantásticas, para después cerrarlos y volver a soñar, ¡bah, un humano!

El río Viejo guarda aun silencio, no quiere despertar al pequeño moro que duerme en su lecho eternamente

Es un rato de paseo este del Rio viejo, pero es agradable y suave, dejo atrás la cueva de los Pedrones, lleva su nombre, pues ahí se refugiaba la banda los Pedrones, unos malvados que atemorizaban a los habitantes de los pueblos de los alrededores, la Cueva el Moro, dentro de ella se encuentra la Cuna del Moro, y en el otro margen otra cueva, la de los Murcielaguillos, protegida con una verja.
La Torca está en la ladera, casi en todo lo alto, es curiosa nuestra naturaleza, hasta extraña a veces, pero siempre sorprendente.
Un rato más de paseo por el valle del río Viejo y llegamos al Rincón de Máximo, (pero eso lo dejamos para otra ocasión) desde donde volveremos a nuestro lugar de partida, no sin antes hacer un recorrido por la pequeña historia del Rincón de Máximo.

La tierra abre sus fauces, algún esqueleto queda de su ultima merienda, pero no temáis hasta que las cierre de nuevo, todavía tenemos otra oportunidad para respetarla



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Quisiera felicitar estas fiestas de Navidad con este villancico de la Coral de Sebúlcor.


No solo es el grupo de Sebúlcor el que recorre estos días algunos escenarios de nuestros pueblos, Veganzones, Cozuelos, Frumales, Adrados, Carrascal del Río, Muñoveros y Sauquillo son otros de los grupos que se formaron dirigidos todos por su alma mater, José Ramón, profesor de música y director de estos coros compuestos por hombres, mujeres, niños y niñas de diferentes edades y generaciones. Le ponen ganas, mucha voluntad, trabajo y empeño y hacen llegar el espíritu navideño estos días a los pueblos segovianos en los que han actuado, que es importante, y no lo hacen pero que nada, nada, mal.




Tal vez el espíritu más importante, es el que ponen los componentes, llevan solamente dos meses de ensayos, un par de horas cada semana. Cada grupo solo tiene un tema, que no son muy de villancicos populares, pero que encantan y emocionan al respetable, por lo que terminada su actuación y después de la ovación, los componentes se sienten más vivos, más protagonistas y orgullosos de aportar con sus voces (para muchos hasta ahora ocultas) algo que tal vez estén descubriendo con la música, que querer es poder y que su tiempo en los ensayos tiene una gratificación muy especial y muy personal en cada uno de ellos. 


Continuarán después de estas fechas de Navidad, con más ensayos, más trabajo, alguna garganta rota, interpretaran otros temas, siempre a cargo de su pertinaz profesor José Ramón. Personalmente les felicito a todos y les deseo continuidad, la música es la lengua universal que une pueblos y destruye la soledad, la monotonía del día a día y, lo más grande de la música, hace emocionar, amansa hasta a las fieras y, como todos sabemos, el que canta su mal espanta.


Feliz Navidad.

Ay jamoncillo que delgado te me estás quedando
y yo me aflijo de solo pensarlo.
Creo que ni para caldo te está quedando.
Ay jamoncillo con el cariño que yo te tenía
y ahora creo que te estoy arrinconando.

Afligido estoy jamoncillo de mis amores y entretelas,
un año de amistad cuando estabas colgado,
 no más que mes y medio compartiendo amor y mesa.
¡Lo poco que dura un amor de verano
y la alegría en casa los pobres!

Y ahora llega nuestra separación.
¡Cuánto te echaré de menos!

Bien picadito en las sopitas de ajo,
haciendo compañía a unos guisantes
o con unas setas de cardo,
que buenas migas hacías con todos

Ay jamoncito que me enternezco  de solo pensarlo,
de los buenos ratos pasados.
Ay jamoncito hermano de bodega aun colgado,
creo que tu turno, te ha tocado.


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