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Historias, leyendas y paseos por lugares de la provincia de Segovia.

Esta historia no es tan lejana en el tiempo, ha llegado hasta nuestros días por trasmisión oral, como tantas otras, pero a diferencia de tantas otras, el recuerdo de quien lo cuenta esta muy reciente. 
Sucedió a finales del siglo XIX, en aquel tiempo, esa casa se repartió entre los herederos y como era costumbre, una parte de los herederos se quedaban con la casa y la otra parte con los enseres. Estos no se quedarían en el pueblo, sino que se los llevarían a Torrecilla del Pinar, pueblo vecino, distante unos pocos kilómetros, por supuesto, el medio de transporte de esos tiempos era un carro, en este caso, tirado por dos bueyes.
Una vez metidos debajo de la portada de la casa, se comenzó a cargar el carro, el armario, la cama, la cómoda, las mesas, todo archiperre que podían llevarse, pues era su parte de la herencia. Una cosa dejaron para cargar al final, ese cristo que nadie conocía su procedencia, pues siempre lo vieron en esa casa, y colocándolo sobre alguna manta para que no se golpeara, se dispusieron a salir de la portada, pero los bueyes no daban un paso adelante ni alentándolos con la vara de roble. !Que no se movían! 


Dos hermosos bueyes, ¿pero que pasa? (desconcierto) y después de trastear con la carga para aquí y para allá, no era exceso de peso ¡cuantas veces salieron airosos de cargas mayores! y con terrenos mucho peores, pero bueno.... descargando parte de la carga, entre las que se encontraba el cristo, el carro salió, como si tal cosa, por la puerta carretera y esperando en la calle se dispusieron a cargar los demás enseres, tampoco pudieron salir del lugar. El cristo no salió de esa casa, y el hecho corrió de boca en boca por los pueblos del alrededor como cosa ¿extraordinaria? o ¿milagrosa?, vaya usted a saber. 
El caso es que se presentó, años después, alguien, un capataz para más señas, que retó el hecho y cogiendo el cristo de esa casa lo paseó por el pueblo, ridiculizando la imagen que portaba y publicando por las esquinas su valentía. Cara le salió su osadía, las noticias que le llegaron, aun en el pueblo, le decían que parte de su familia moría, ensalzando más aun la figura del cristo.
Años mas tarde, una señora sacó ese cristo de ese hogar habitado solamente por la imagen desde aquellos días lejanos ya en el tiempo. Respetuosamente, le hizo una pequeña procesión con cánticos y rezos y lo devolvió a su morada sin que nada pasara y allí se encuentra actualmente, en la Casa del Cristo, en la Calle del Cristo, en el pueblo de Cozuelos de Fuentidueña.







¿Alguien a través de estas fotos puede ponerle datos?

¿Quien no quisiera volar como un pájaro? Pues aquí el intrépido amigo Mateo nos demuestra que es posible con su paramotor. Gracias, Mateo, por tus imágenes, aunque no podamos sentir esas sensaciones que me imagino tendrás cuando vueles por nuestra comarca.
A ver quien reconoce los pueblos por donde pasó en su viaje, si los identificáis ponerlo en los comentarios.





















Cuando esa adolescente llega cada año por estas fechas y nos llena los sentidos de fragancias, coloridos imposibles, sonidos de pájaros anunciando nuevas vidas que alegrarán ese campo tan dormido estos últimos meses, me llegan recuerdos, recuerdos de tardes de juego por esa moqueta de verde hierba que como adolescente que es, salpicada de montones de salpullido de margaritas, pamplinas y demás florecillas, pequeñas ellas, pero grandes decoradoras de prados, eras y campos. En esas nos encontrábamos hasta llegar el día dos de Mayo, cuando nada más salir de la escuela los chavales recorríamos los prados y recogíamos campanillas, espadañas y alguna que otra florecilla más para con ellas, haciendo ramilletes, decorar esa misma tarde la cruz que se encontraba en la escuela. Por supuesto en aquellos tiempos, chicos por un lado y chicas por otro, la cruz decorada de primavera dormía esa noche en la escuela esperando el gran día, por la mañana allí estábamos todos en la escuela, pero ese era un día muy diferente, recogíamos la cruz y por el pueblo, de casa en casa, la mostrábamos y pedíamos unas propinas con esta cantinela:

Con muchísimo contento
a su casa hemos llegado
a darle los buenos días
el día de la Cruz de Mayo.

Día de la Cruz de Mayo,
día de mucha alegría
para ustedes y nosotros
que estamos en compañía.

A Jesús hoy le pedimos
que nos de su bendición
a ver si el año que viene
nos puede dar un jamón.

Y si no puede ser eso
esperemos que nos de
unas cuantas pesetillas
para poderlo pasar bien.

Y entonces la señora desde la puerta de su casa y después de escucharnos nos daba la propina y rematábamos la cantinela según las pesetillas que nos diera:

Esta casa es un palacio
la señora es una reina
que nos ha dado limosna
a los niños de la escuela.

Y esta es la variante, dependiendo claro está, de las perrillas y del humor de la buena señora:

Esta casa es una cuadra
la señora es una guarra
que no nos ha dado limosna
a los niños de la escuela.


En mi pueblo, Cozuelos de Fuentidueña, este rito, oda o exaltación a la primavera por primaverales chavales se repitió, tal vez, durante siglos. En el curso de 1986 cuatro niños, los únicos de ese curso, hicieron un guiño a esa tradición fue el último, las escuelas se cerraron, tal vez para siempre.


El pueblo lo recorríamos en un plis plas, pequeño que es y lo poco que nos gustaba cantar, no nos entreteníamos si no surgía. -Si no cantáis, no os doy la propina- pues venga, vale.
Con el dinero recolectado comprabamos en las tiendas galletas, bizcochos, chocolate o cosas así y de nuevo en el centro de operaciones, la escuela, nos lo repartiamos y junto a un cacho de pan, algo de chorizo y el huevo cocido que recogiamos en casa, nos íbamos al campo a rodar el huevo que antes lo pintabamos de mil colores para no desentonar con la primavera. Los pequeños al Prao de los Niños que estaba cerca del pueblo, como a 1 Km, los mayores, con su parte del reparto, algo más lejos, a Santa Olalla, a unos 4 Km y allí, debajo la Peña la Patada se merendaba. De más pequeños se soñaba ir con los mayores algun día, eso si era aventura, era ser ya mayor, ahora de mayor, sueño con el Prao de los Niños y con esa primavera de edad, dicen que vuelve de nuevo, que el ciclo se repite, "que cosas tiene la vida".


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