Preciosa mañana la de hoy domingo, las temperaturas frías de estos días pasados nos dan un respiro y aprovecho para salir a dar un paseo, tengo pendientes muchos parajes de nuestra comarca pero en esta ocasión me dirijo a un cañón que tengo ganas de recorrer desde hace tiempo, pues conozco donde empieza pero no donde termina.
Mi pequeña excursión empieza en el puente cercano a Castroserracín, diez de la mañana, aun el suelo y los barros del camino están helados, pretendo seguir el cañón hasta donde me lleven mis piernas desentrenadas de este invierno pues las salidas no han sido muchas.

Lugar de partida, Castroserracín.
Las autopistas me hacen prisionero, los caminos me enseñan la libertad, los senderos me hacen libre.Amistades del camino, todas, el rumor del arrollo, el trinar de pajarillos, el graznar de los cuervos, aromas de flores y hierbajos, picaduras de zarzas y ortigas, nunca se sabe quien te espera al final del camino.

El camino carretero desaparece a unos centenares de metros y empieza un sendero donde el susurro del agua del arroyo nos acompaña en el caminar, la vegetación es la típica plantación de chopos, antiguamente huertos, que deja paso a zarzas y espectaculares nogales. Según nos vamos adentrando, unas parejas de buitres salen de sus dormitorios o tal vez emplazamientos para fundar nuevas familias, es su momento de emparejamiento, la vida sigue para la fauna a expensas de estos movimientos sociales de los humanos tan complejos pero que también a pesar de todo e ignorándolo nos dejamos llevar por quien nos domina muy a pesar de muchos, la naturaleza.

El Fraile.

Las Mojas y el Obispo.

Me encuentro de golpe con esta mole de piedra inhiesta a la que llaman “el Fraile” del que coge su nombre el cañón, yo me pregunto -¿donde está el fraile?- sus atributos se ven y desde lejos, joer con el fraile, y es que hace un día de primavera y uno pues no es de piedra, pero no penséis que me va ese rollo yo soy mu hombre aunque siempre digo que no del todo por la cuestión del machismo, ya me entendéis. En la otra ladera, en la umbría, “las Monjas”, dicen que son dos y que la piedra esa rechoncha es un obispo, ya sabéis cosas de los pueblos.

Tenadas. Donde no hay, la necesidad agudiza el ingenio.

A mi paso veo unas tenadas bajo abrigos naturales de las paredes de roca a las cuales me acerco cruzando el arrollo, ahora de aguas transparentes y en verano creo que inexistentes (en verano tiene que ser esto un horno de calor). Y poquito a poco, paso a paso, llego a un lugar donde de nuevo se ven huertos de árboles frutales, donde los ciruelos son famosos por sus ciruelas claudias, creo que ya estoy en el término de Valle de Tabladillo, y con unos centenares de metros más al Barrio de Arriba. Apenas veo gente y ya son las once de la mañana pero veo bajar a un señor ya mayor fumando un cigarrillo liado y me enrollo un poco con él, -¿cuantos sois en el barrio?- me dice que unos nueve, yo le digo, -¿contando a los perros y todo?- me dice, -que nooo hombre-, pero que de los nueve, cinco de ellos están solteros, -pues valla porvenir- pienso yo y como tengo prisa por volver, me vuelvo a encaminar por donde he venido y más porque noto que tiene una sordera que haría difícil nuestro entendimiento.
En la ladera restos de antiguas minas de yeso, en su momento el yeso de Valle de Tabladillo fue famoso entre los albañiles de la comarca por lo blanco y lo hijoputa que era para trabajarlo, las minas fueron quedando en desuso, volvieron a tener sus días de gloria por la extracción de alabastro, estas que veremos no, otras que se encuentran también en el término, en la actualidad creo están cerradas.

Lugar de llegada, Barrio de Arriba, Valle de Tabladillo.

Me encuentro a mi paso con dos personas haciendo trabajos en la senda, Cesar padre y Cesar hijo, me quedo de charla con ellos y me cuentan, -yo si nací en el Valle- me dice el padre, -pero llevo en Madrid un porrón de años-. Están limpiando la senda junto a unos nogales que dicen que son de su propiedad, me cuentan que antes, debajo de ellos era pradera, ahora ni pueden recoger sus nueces de tanta maleza y zarzas, antes las cabras y ovejas de las tenadas cercanas no lo dejaban brotar ahora está salvaje todo esto. Hablamos un poco de como era todo eso antaño, y como anécdota me dice -aquí en el Valle las fiestas eran en agosto, pero por estos andurriales venían a ellas las cuadrillas de Castroserracín y nos destrozaban las plantaciones de cáñamo, por lo que decidieron los del pueblo cambiar las fechas para que no se las destrozaran. Por eso ahora son el ocho de diciembre, cuando el cáñamo aun no está ni sembrado-. ¡Que cosas! Ya no se siembra a ver que vais a pensar.
Nostalgias de un pasado.

Después de un buen rato de charla y de nostalgia del pasado me despido de ellos. Vuelvo ya por senderos de barro, pues ya desheló y de nuevo a pasar junto a la semejante barbaridad de... ciruelo pétreo y me voy tan contento pa mi fragoneta y que no penséis que porque me transporte en fragoneta no soy de fiar ¡eh! que también soy mu honrrao, un poco cabrón (dicen) pero de buen corazón. Y así pasé mi mañana de domingo. ¿Y la noche? Pues un poco acomplejao por lo visto esta mañana de como se las gastan los frailes, semejante escultura no se la hacen a cualquiera, me consuela pensar que sea de cuerpo completo. ¡Vamos digo yo!

¡Hala, venga, a dormir, acomplejaos!