Preparando la ruta y la intendencia la noche anterior a la romería de San Frutos. Unas sopas de ajo y unos vinos entre charla y charla nos dan ánimos.
http://www.conocetucomarca.com/2009/10/romeria-san-frutos-esta-es-mi-tierra-y.html
http://www.conocetucomarca.com/2008/01/sobre-las-mojadas-de-caballar.html
http://www.conocetucomarca.com/2008/11/san-frutos-del-duratn.html
Decía la canción, Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra.
Un remordimiento me corroe todo mi ser recordándola, considerando los últimos tiempos que corremos, en que perdimos la tierra y lo que es más grave, la identidad, donde nacimos, donde vivimos, esta tierra que no elegimos para nacer, tampoco su nombre, y a la que creo conquistada, robada, por alguien que o no nació en ella o no nos tiene a los demás nativos como herederos de ella, ni como propietarios de nuestro ser, que eso ya si que es humillante, explotándonos para sus intereses. Una tierra de reyezuelos sin reino, de nobles caducos, de presidentes sin estado, de un pueblo sin tierras, ni lideres honrados.
Continuaba diciendo: De tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas. ¿Dónde están tus ojos? ¿Dónde están tus manos? ¿Dónde tu cabeza?
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El hombre de por si es cruel, somos alimañas, depredamos al ser que tenemos por debajo en vez de intentar eliminar a nuestros depredadores, y es que, claro está, mientras tu estés más abajo, más arriba estaré yo. Esto ha sido siempre y siempre será bajo la capa del cielo, y un topicazo que no soporto (si no soy yo será otro), cambiemos por favor, este camino lleva a la destrucción y el caos, pero lo que corroe mis entrañas es una pregunta que me hago a menudo: ¿Quien es mi dueño y señor? Me horroriza saberlo tanto como ignorarlo.
Último verso:
Mi querida España
Esta España en dudas,
Esta España cierta
De las alas quietas
De las vendas negras
Sobre carne abierta
¿Quién pasó tu hambre?
¿Quién bebió tu sangre
Cuando estabas seca?
Siempre como siempre, los de siempre, Cecilia.
Mi querida España esta España mía, esta España nuestra, ay, ay.
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En un rincón perdido segoviano, entre un monte castellano, casi olvidado, yace un valle, de cuyas profundidades nacen manantiales y de ellos brota el río Sacramenia, que surca el pequeño valle para perderse por esos campos castellanos. Sus aguas buscan el desahogo de su pequeño cauce en el hermano mayor, el río Duratón.
Y de las profundidades de la historia surge la leyenda de un viejo anacoreta, Juan se llamaba, cuya fama de austeridad y buena persona le hicieron santo por esos lares. Después de su muerte, las gentes de la comarca le empezaron a nombrar con el nombre de San Juan de Pan y Agua, dicen que bien ganado su nombre, por su alimentación tan frugal, osease: poco y mal. Lo de Santo, también bien ganado por los milagros que por allí se obraron con su intercesión.
Como buen anacoreta, vivía en una pequeña cueva que, dicen, aún se conserva… yo no la he visto nunca. En la actualidad, solo, y digo “solo”, podemos ver de su espléndido monasterio, su iglesia: Santa María de Sacramenia, un templo románico de la orden del Cister, cuyo precioso claustro reposa lánguidamente en Miami, fruto de la desidia, y la poca ética del poderoso caballero don dinero.
A pesar de los avatares de nuestro patrimonio, en este pequeño y bello rincón segoviano, cada tarde del 20 de agosto se celebra la romería en honor a San Bernardo. Como veis, hasta el nombre cambia: de nuestro anacoreta (el origen de la veneración) ya no se habla. Los tiempos cambian, cambian las formas, pero nunca la esencia.
Por eso me permito decir (con vuestro permiso): ¡Viva San Bernardo y viva San Juan Pan y Vino!, digoo... ¡Pan y agua! Perdón, perdón, pero es que hablar de la zona de Valtiendas y Sacramenia y no mentar el vino, es casi mayor profanación que la que hicieron con nuestro patrimonio en este olvidado pero precioso rincón segoviano.



Todas las ruinas tienen sus historias, pequeñas historias, puesto que no aparecen en los libros, pero grandes para cada uno de los pueblos donde se encuentran, los recuerdos se pierden con el paso del tiempo y con nuestros mayores.
Cuando empecé con la búsqueda de ruinas por nuestra comarca no pensaba que tendríamos tanto patrimonio en ruinas, fueron tiempos, creo, difíciles para aquellos moradores pero a pesar de ello edificaron por nuestra tierra y con no pocos esfuerzos cantidad de ermitas, templos, casonas… todas ellas con sus historias muy particulares de cada pueblo en donde se encuentran. Pero lo penoso no es que desapareciera este legado del pasado sino también, en muchos casos, el recuerdo de ellas para los actuales habitantes de esos pueblos.
Preguntas y más preguntas sin respuestas, en muchos casos a personas mayores que no me sabían decir nada sobre esta o esa otra ruina, ni el porqué de su abandono, ni siquiera como se llamaba. Me pareció triste en muchos casos la falta de interés por su pasado pero mas triste aun es no poner en valor lo que aun nos queda.
Por mi parte seguiré en esta tarea, por un lado, me reconforta dejar mi humilde aportación y testimonio reflejados en las páginas de este blog, por otro, debo decirlo, me lo paso genial buscándolas por entre montes, cerros y caminos perdidos, en fin, conociendo más a fondo nuestra tierra. Pero allá por donde paso lo que realmente me encanta es charlar con la gente mayor que encuentro en el camino, gentes anónimas, pero grandes, muy grandes, las historias de sus vidas, llenas de penurias en muchos de los casos, esta, su tierra, les traumatizó los huesos, su espalda ya encorvada los delata, trabajadores del campo de sol a sol, luchadores desde su adolescencia hasta su muerte. ¡Que generación más grande dios mío! Y todo por dejarnos una vida más fácil a nosotros. ¿Podrán decir de nuestra generación las venideras lo mismo que yo he dicho y admirado de las pasadas?
COMPAÑERAS DE DESTINO
Tan decrepita una como la desnudez de otra,
sus almas se las llevó el diablo del tiempo,
ese que llegó, que está, que se fue
como si de la Santísima Trinidad se tratara,
ese amigo infiel, amigo de nadie, enemigo de todos,
ese que no perdona
el que a todos nos pone en su lugar,
el que a todos nos falta y nadie le sobra.
¡Y es que llega tan deprisa y sin avisar!
Viene de tan lejos como el viento
y es tan cercano como nuestro aliento,
apropiándose de cada uno de nosotros,
exigiéndonos nuestros momentos a su antojo,
como un dios omnipotente,
los buenos pasan con la rapidez de un rayo,
los amargos con la lentitud de una agonía,
otros, los más crueles, tan eternos como tu.
¿Tienes algo bueno, tiempo que todo lo curas?

La llamaban la Ciudad de la Rosa, bello nombre para una ciudad de princesas enamoradas, de príncipes encantados croando en el río Cerquilla esperando el beso de una princesa, de reinas locas por amor, encerradas en un castillo fantasma, bajo los hechizos de un malvado mago llamado Pasado.
Sus aguas regaban los huertos, los campos de cereal, llenaban los graneros y también la bolsa de molineros, que con ellas movían sus ruedas, los estanques del palacio se llenaban con sus aguas, los jardines florecían con su frescura, ya no pasa agua por su cauce, tampoco doncellas pasean por su fresca ribera, ni llegan caballeros cortejándolas con sus briosos corceles, ya tan solo quedan unas ruinas y un bello recuerdo.




Con los primeros rayos del amanecer y de espaldas al sol, se arrancaba y de rodillas, se decía:








cura de almorranas , curanderismo , flores , plantas , primavera , remedios
Cuando todo parece olvidado siempre surge un nuevo reencuentro con el pasado, ingrato porque es pasado y no podemos volver a vivirlo, apenas un atisbo de notas musicales, un aroma viajando en el viento, nos reencuentra con esos amigos de juegos de infancia, con el sabor del chupa-chups que comprábamos con la propina de la abuela, con esa mesa camilla donde escondernos de la zapatilla después de traer los pantalones rotos, esos tiempos los recordamos en nuestro otoño, ese otoño que a todos nos llega antes del invierno y después del verano. Y este otoño parece que va a pasar tan deprisa que intentamos recopilar vivencias, imágenes, recordar, en una palabra, nuestra vida pasada. Esta que vivimos de adultos, es tan efímera, tan vacía, que recurrimos a la primavera donde nuestras obligaciones estaban en correr sin rumbo, en revolcarnos en la hierba hasta que nos dolían las rodillas, en coger ranas, grillos, bichos… en darnos cuenta de que la vida de nuestro entorno era nuestro hogar, en descubrir la vida a nuestro alrededor, porque en los pueblos era así,era nuestro patio de casa, llegaba hasta donde el miedo ya no te dejaba seguir, los límites en el juego los ponía uno mismo. En la actualidad, me apena ver a los chavales que desde muy pequeñitos los llevan a la guardería y pasan sin ver a su madre casi todo el día, luego viene el colegio, más tarde los deberes, luego la clase particular de mates o inglés y algún día a talleres de juego a enseñarles a jugar un adulto pues les robaron su imaginación para ello, y una vez por semana a catequesis durante tres años antes de la comunión donde se le colmará de los juguetes con los que nunca tendrá tiempo de jugar, porque ya de adolescentes se les exigirá más y más y porque, simplemente, los juguetes de la actualidad juegan solos.
Adoctrinamiento brutal para los tiempos que vivimos, vivimos digo yo… ¿acaso les queda tiempo para ello? Personalmente en mi otoño tengo mis recuerdos placenteros de mi infancia, me pregunto si estas nuevas generaciones, cuando les llegue el otoño, pedirán cuentas a la sociedad y se preguntaran:
¿QUIEN ME HA QUITADO MI MES DE ABRIL?