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Historias, leyendas y paseos por lugares de la provincia de Segovia.



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Quisiera felicitar estas fiestas de Navidad con este villancico de la Coral de Sebúlcor.


No solo es el grupo de Sebúlcor el que recorre estos días algunos escenarios de nuestros pueblos, Veganzones, Cozuelos, Frumales, Adrados, Carrascal del Río, Muñoveros y Sauquillo son otros de los grupos que se formaron dirigidos todos por su alma mater, José Ramón, profesor de música y director de estos coros compuestos por hombres, mujeres, niños y niñas de diferentes edades y generaciones. Le ponen ganas, mucha voluntad, trabajo y empeño y hacen llegar el espíritu navideño estos días a los pueblos segovianos en los que han actuado, que es importante, y no lo hacen pero que nada, nada, mal.




Tal vez el espíritu más importante, es el que ponen los componentes, llevan solamente dos meses de ensayos, un par de horas cada semana. Cada grupo solo tiene un tema, que no son muy de villancicos populares, pero que encantan y emocionan al respetable, por lo que terminada su actuación y después de la ovación, los componentes se sienten más vivos, más protagonistas y orgullosos de aportar con sus voces (para muchos hasta ahora ocultas) algo que tal vez estén descubriendo con la música, que querer es poder y que su tiempo en los ensayos tiene una gratificación muy especial y muy personal en cada uno de ellos. 


Continuarán después de estas fechas de Navidad, con más ensayos, más trabajo, alguna garganta rota, interpretaran otros temas, siempre a cargo de su pertinaz profesor José Ramón. Personalmente les felicito a todos y les deseo continuidad, la música es la lengua universal que une pueblos y destruye la soledad, la monotonía del día a día y, lo más grande de la música, hace emocionar, amansa hasta a las fieras y, como todos sabemos, el que canta su mal espanta.


Feliz Navidad.

Ay jamoncillo que delgado te me estás quedando
y yo me aflijo de solo pensarlo.
Creo que ni para caldo te está quedando.
Ay jamoncillo con el cariño que yo te tenía
y ahora creo que te estoy arrinconando.

Afligido estoy jamoncillo de mis amores y entretelas,
un año de amistad cuando estabas colgado,
 no más que mes y medio compartiendo amor y mesa.
¡Lo poco que dura un amor de verano
y la alegría en casa los pobres!

Y ahora llega nuestra separación.
¡Cuánto te echaré de menos!

Bien picadito en las sopitas de ajo,
haciendo compañía a unos guisantes
o con unas setas de cardo,
que buenas migas hacías con todos

Ay jamoncito que me enternezco  de solo pensarlo,
de los buenos ratos pasados.
Ay jamoncito hermano de bodega aun colgado,
creo que tu turno, te ha tocado.


El domingo pasado me acerqué a las Hoces del Duratón, a visitar al señor Otoño, todos los años por estas fechas aparece por nuestros campos desde hace mucho, mucho, tiempo atrás.
El señor Otoño es un poco huraño, algo cascarrabias, a veces tiene muy mala leche, hay días que nos deja a todos helados de frío, otros empieza a soplar tan fuerte que no deja títere con cabeza o cabeza sin sombrero, los más, empieza a llorar, no sé porqué, y no para, a veces sus lágrimas se hielan un poco y los campos aparecen vestidos de blanca pureza, pero el campo lo agradece, estaba ya muy seco.
El señor Otoño ya es muy viejo, tiene por lo menos mil años, pero a mí no me da  miedo ninguno, tiene su corazoncito de niño, o eso creo yo, y nos regala bellos atardeceres, casi tan largos y suaves como creo que serán sus sedosas barbas blancas. Cuando sopla fuerte les quita las hojas a los árboles y con ellas juega y las coloca por aquí y por allá dejándonos bellos mosaicos en las praderas, a los arroyos también las lleva con su soplo y como barquitos navegan rio abajo, buscando el mar, muchas no llegaran, pero quien sabe que nuevas tierras verán, en el fondo tiene alma de niño, le gusta ver como se mecen en el agua.
El señor Otoño vive solo, duerme mucho y sin compañía, cuando él llega se va el caluroso verano y cuando él se va viene el gélido invierno, no tiene muchos  amigos.
El señor Otoño nos deja un poco tristes y melancólicos, no sé porqué será, o que influjo tendrá. Los campos están mustios pero también sale su corazoncito de niño y como juguetes, en los pinares, y escondidas bajo los barrujos y hierbajos, nos deja multitud de colores, formas y paladares, algunas peligrosas pero bellas todas.
Cuando despierta el señor Otoño un aliento suyo resfría a todas las plantas que por allí estén y las deja heladas, la imagen es bella también, pero… ¡que aliento más frío tiene! 
El señor Otoño es contradictorio como todo en la vida, nos da una de cal y otra de arena, pero yo le aprecio, por sus amaneceres tan blancos llenos de pureza, por sus atardeceres tan rojos llenos de pasión, por esos mosaicos de colores donde pasear, por esos días más calentitos de paseo y por los espejos que nos deja en los caminos cuando llora, donde mirarnos y recordarnos que cada cual tiene su otoño, después del verano y un poco antes del invierno. 




Preparando la ruta y la intendencia la noche anterior a la romería de San Frutos. Unas sopas de ajo y unos vinos entre charla y charla nos dan ánimos.


Salimos de Sebúlcor, nueve y cuarto de la mañana, día plomizo y amenaza de lluvia, este año la romería es en martes y eso se nota, algo menos gente que en años pasados, tenemos por delante unos once kilómetros hasta el destino. ¡Que el tiempo nos acompañe! Las ganas ya las ponemos nosotros.


Esto es Valdearenas, ni que decir tiene el porque de su nombre, el caminar por arenales nos hace ya entrar en calor, llegamos a este lugar después de andar un buen tramo por el camino de La Lastra, el cual dejamos para adentrarnos por senderos entre pinares buscando el río.



Estamos ya junto al río Duratón, en la ermita de la Calleja, donde un mosaico de hojas caídas relajan un poco nuestras piernas, es la parte del recorrido más ameno, entramos en lo mas íntimo de las Hoces del Duratón. Remontaremos el cañón río arriba, el agua del pantano está muy baja, lo que nos permite andar por el cauce seco para poder disfrutar de la magia que encierra este paraje, solo transitable en estas fechas.



Cruzando al otro lado del río. Por el lado que traíamos a pocos metros el agua no nos deja pasar, pero eso ya lo sabemos de otros años, este pedazo de árbol caído aguantará como puente unas cuantas temporadas.


Cueva Rota de Villaseca, hace ya años que entramos en ella, para mi de las más grandes del cañón, con sus tres salas, daría cobijo a antepasados, a saber que historias del pasado esconderá entre sus oscuros recovecos.


 Solo las miradas de los buitres, apostados en sus dormideros, y algún que otro pato asustadizo, son testigos de nuestros pasos entre este espectáculo de la naturaleza. ¡Joder, que grande eres Madre Tierra!




Y entre tanta belleza el hombre pretendió formar parte de ella, a veces lo consigue, pero la naturaleza le pide cuentas y vuelve a apropiarse de lo que fue suyo, sin prisas, un desprendimiento tras otro, una brizna de hierba hoy, mañana una zarza, pasado un árbol, poquito a poco se apropia de lo que un día fue suyo.


Subiendo por una botadera llamada "el Portillo de Sepúlveda", antigua senda de los frailes, abandonamos la ribera del Duratón. Como escenario único, el Convento de la Hoz y bajo un saliente de las peñas, a refugio del viento, alimentamos nuestro cuerpo con jamón, chorizo, filetes empanados y fruta, regado con el vino de la bota, también alimentamos nuestro espíritu con tan espectacular vista del convento a nuestros pies.
Y de nuevo emprendimos camino, pero ya sin sendas, esa zona es la más dura, si asentar un pie sin una piedra debajo ya es difícil, los dos imposible, y aun quedan un par de kilómetros de subidas y bajadas, de barrancos rompepiernas. Ya, a lo lejos, divisábamos nuestro destino.


Llegamos sobre la una menos cuarto, algo cansados pero satisfechos, otros ya lo hicieron muchos años antes que nosotros y nos dejaron el testigo, un testigo que cogimos con mucho orgullo, el orgullo que nos da nuestra tierra, y como emblema San Frutos, ese paraje sobrio en otoño, de verde esperanza en primavera, con veranos áridos como un desierto y que en ocasiones en invierno se viste con la pureza de un vestido de novia, camaleónico paisaje que no deja indiferente a nadie y que cada veinticinco de Octubre se impregna con el espíritu de los que allí nos reunimos haciendo que esa tradición no se pierda. Es un legado que nos dejaron nuestros antepasados, ellos ya hicieron historia en ese lugar, nosotros, como tantos otros, aun la estamos haciendo en la actualidad y pasaremos a ella como tantas generaciones atrás. 


¡VIVA SAN FRUTOS PAJARERO! 
Algo mas sobre el tema
http://www.conocetucomarca.com/2009/10/romeria-san-frutos-esta-es-mi-tierra-y.html
http://www.conocetucomarca.com/2008/01/sobre-las-mojadas-de-caballar.html
http://www.conocetucomarca.com/2008/11/san-frutos-del-duratn.html



No, no es "Mi querida España", pero creo que va bien con el tema.



Decía la canción, Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra.
Un remordimiento me corroe todo mi ser recordándola, considerando los últimos tiempos que corremos, en que perdimos la tierra y lo que es más grave, la identidad, donde nacimos, donde vivimos, esta tierra que no elegimos para nacer, tampoco su nombre, y a la que creo conquistada, robada, por alguien que o no nació en ella o no nos tiene a los demás nativos como herederos de ella, ni como propietarios de nuestro ser, que eso ya si que es humillante, explotándonos para sus intereses. Una tierra de reyezuelos sin reino, de nobles caducos, de presidentes sin estado, de un pueblo sin tierras, ni lideres honrados.
Continuaba diciendo: De tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas. ¿Dónde están tus ojos? ¿Dónde están tus manos? ¿Dónde tu cabeza?



Ya no quedan poetas, no nos dejan soñar, solo tenemos pesadillas con la hipoteca, en como llegar a fin de mes sin perder el orgullo, en como ocultarnos de nuestros vecinos al ir a Cáritas, como último recurso nos queda colocarnos como mercenarios del poder, ese que corrompe nuestras vidas, que nos humilla como esclavos. Luchas para la formación de tus hijos, gastos y más gastos, para luego servirles en la vida profesional, con mucha suerte, a los de siempre, apenas con los dos sueldos de la pareja llega para pagar tus derechos grabados por ellos en la llamada constitución, te debes prostituir para que se cumpla, eres una pieza más de este sistema caduco, donde solo unos pocos se desarrollan como personas libres sometiendo a las masas. Tienes que ser competitivo, los objetivos se tienen que cumplir, yo me enriquezco, vosotros, esclavos, tenéis que mantener mi estatus social cueste lo que os cueste. Y nosotros, pobres de nosotros, nos prostituiremos día a día, año a año, vida tras vida, para tener un cobijo donde guarecer nuestros remordimientos y pesares, que nos quede algo para comprar el pan nuestro de cada día y de vez en cuando evadirnos unos días de vacaciones para evitar el suicidio carnal pues el espiritual está consumado.
El individuo como ser libre pasa por sus peores momentos, el sistema, la gran colmena, sigue teniendo más individuos, todos quieren ser parte de ella o bien como parte del poder o bien como mercenarios de él, los más, los adoctrinados, simplemente apoyarán y serán cómplices con sus votos de la miseria de muchos.
El hombre de por si es cruel, somos alimañas, depredamos al ser que tenemos por debajo en vez de intentar eliminar a nuestros depredadores, y es que, claro está, mientras tu estés más abajo, más arriba estaré yo. Esto ha sido siempre y siempre será bajo la capa del cielo, y un topicazo que no soporto (si no soy yo será otro), cambiemos por favor, este camino lleva a la destrucción y el caos, pero lo que corroe mis entrañas es una pregunta que me hago a menudo: ¿Quien es mi dueño y señor? Me horroriza saberlo tanto como ignorarlo.



Último verso:
Mi querida España 
Esta España en dudas, 
Esta España cierta 
De las alas quietas 
De las vendas negras 
Sobre carne abierta 
¿Quién pasó tu hambre? 
¿Quién bebió tu sangre 
Cuando estabas seca?

Siempre como siempre, los de siempre, Cecilia.

Mi querida España esta España mía, esta España nuestra, ay, ay. 



¡Antes de leer dale al play!


En un rincón perdido segoviano, entre un monte castellano, casi olvidado, yace un valle, de cuyas profundidades nacen manantiales y de ellos brota el río Sacramenia, que surca el pequeño valle para perderse por esos campos castellanos. Sus aguas buscan el desahogo de su pequeño cauce en el hermano mayor, el río Duratón.

Y de las profundidades de la historia surge la leyenda de un viejo anacoreta, Juan se llamaba, cuya fama de austeridad y buena persona le hicieron santo por esos lares. Después de su muerte, las gentes de la comarca le empezaron a nombrar con el nombre de San Juan de Pan y Agua, dicen que bien ganado su nombre, por su alimentación tan frugal, osease: poco y mal. Lo de Santo, también bien ganado por los milagros que por allí se obraron con su intercesión.

Como buen anacoreta, vivía en una pequeña cueva que, dicen, aún se conserva… yo no la he visto nunca. En la actualidad, solo, y digo “solo”, podemos ver de su espléndido monasterio, su iglesia: Santa María de Sacramenia, un templo románico de la orden del Cister, cuyo precioso claustro reposa lánguidamente en Miami, fruto de la desidia, y la poca ética del poderoso caballero don dinero.

A pesar de los avatares de nuestro patrimonio, en este pequeño y bello rincón segoviano, cada tarde del 20 de agosto se celebra la romería en honor a San Bernardo. Como veis, hasta el nombre cambia: de nuestro anacoreta (el origen de la veneración) ya no se habla. Los tiempos cambian, cambian las formas, pero nunca la esencia.

Por eso me permito decir (con vuestro permiso): ¡Viva San Bernardo y viva San Juan Pan y Vino!, digoo... ¡Pan y agua! Perdón, perdón, pero es que hablar de la zona de Valtiendas y Sacramenia y no mentar el vino, es casi mayor profanación que la que hicieron con nuestro patrimonio en este olvidado pero precioso rincón segoviano.





Gracias por la colaboración a mi pariente Fernando de El Villar de Sobrepeña
por cederme este calendario que creo que resulta instructivo y curioso.

Todas las ruinas tienen sus historias, pequeñas historias, puesto que no aparecen en los libros, pero grandes para cada uno de los pueblos donde se encuentran, los recuerdos se pierden con el paso del tiempo y con nuestros mayores.

Cuando empecé con la búsqueda de ruinas por nuestra comarca no pensaba que tendríamos tanto patrimonio en ruinas, fueron tiempos, creo, difíciles para aquellos moradores pero a pesar de ello edificaron por nuestra tierra y con no pocos esfuerzos cantidad de ermitas, templos, casonas… todas ellas con sus historias muy particulares de cada pueblo en donde se encuentran. Pero lo penoso no es que desapareciera este legado del pasado sino también, en muchos casos, el recuerdo de ellas para los actuales habitantes de esos pueblos.

Preguntas y más preguntas sin respuestas, en muchos casos a personas mayores que no me sabían decir nada sobre esta o esa otra ruina, ni el porqué de su abandono, ni siquiera como se llamaba. Me pareció triste en muchos casos la falta de interés por su pasado pero mas triste aun es no poner en valor lo que aun nos queda.

Por mi parte seguiré en esta tarea, por un lado, me reconforta dejar mi humilde aportación y testimonio reflejados en las páginas de este blog, por otro, debo decirlo, me lo paso genial buscándolas por entre montes, cerros y caminos perdidos, en fin, conociendo más a fondo nuestra tierra. Pero allá por donde paso lo que realmente me encanta es charlar con la gente mayor que encuentro en el camino, gentes anónimas, pero grandes, muy grandes, las historias de sus vidas, llenas de penurias en muchos de los casos, esta, su tierra, les traumatizó los huesos, su espalda ya encorvada los delata, trabajadores del campo de sol a sol, luchadores desde su adolescencia hasta su muerte. ¡Que generación más grande dios mío! Y todo por dejarnos una vida más fácil a nosotros. ¿Podrán decir de nuestra generación las venideras lo mismo que yo he dicho y admirado de las pasadas?


Ermita del Humilladero, Fuente el Olmo de Fuentidueña.

COMPAÑERAS DE DESTINO
Tan decrepita una como la desnudez de otra,
sus almas se las llevó el diablo del tiempo,
ese que llegó, que está, que se fue
como si de la Santísima Trinidad se tratara,
ese amigo infiel, amigo de nadie, enemigo de todos,
ese que no perdona
el que a todos nos pone en su lugar,
el que a todos nos falta y nadie le sobra.
¡Y es que llega tan deprisa y sin avisar!
Viene de tan lejos como el viento
y es tan cercano como nuestro aliento,
apropiándose de cada uno de nosotros,
exigiéndonos nuestros momentos a su antojo,
como un dios omnipotente,
los buenos pasan con la rapidez de un rayo,
los amargos con la lentitud de una agonía,
otros, los más crueles, tan eternos como tu.
¿Tienes algo bueno, tiempo que todo lo curas?

Ermita .Virgen de los Olmos Fuenteolmo de Fuentidueña.

Ermita de San Miguel de Fresneda, Sepúlveda.

Capilla/Casa fuerte, Laguna de Contreras.

La Casa Grande, Cozuelos de Fuentidueña.

Hospital de la Magdalena, La Villa de Fuentidueña.

Iglesia de San Martín, La Villa de Fuentidueña.

San Nicolás, Orejanilla.

Iglesia de las santas Justa y Rufina, Pajares de Pedraza.

Castillo de Perosillo.

Mongrao o Buengrado, Perosillo.

De los alrededores del pequeño río Cerquilla, grandes historias románticas se cuentan, fuentes que manan eternamente, tesoros ocultos, un castillo de kilométricos pasadizos secretos y el Palacio de Buengrado, sus piedras bellamente esculpidas se esparcen por los pueblos de alrededor al igual que su recuerdo, Frumales, Perosillo, Olombrada, Cozuelos.

La llamaban la Ciudad de la Rosa, bello nombre para una ciudad de princesas enamoradas, de príncipes encantados croando en el río Cerquilla esperando el beso de una princesa, de reinas locas por amor, encerradas en un castillo fantasma, bajo los hechizos de un malvado mago llamado Pasado.

Sus aguas regaban los huertos, los campos de cereal, llenaban los graneros y también la bolsa de molineros, que con ellas movían sus ruedas, los estanques del palacio se llenaban con sus aguas, los jardines florecían con su frescura, ya no pasa agua por su cauce, tampoco doncellas pasean por su fresca ribera, ni llegan caballeros cortejándolas con sus briosos corceles, ya  tan solo quedan unas ruinas y un bello recuerdo.


Gracias por la colaboración a mi pariente Fernando de El Villar de Sobrepeña
por cederme este calendario que creo que resulta instructivo y curioso.

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