Actualización: se han añadido nuevas fotos del Solapo del Águila realizadas por Carlos Santa Engracia al álbum de pinturas rupestres.

Han pasado ya muchos años desde cuando empecé a recorrer las Hoces del Duratón. Recorridos por sus intimidades, pretendiendo descubrir su alma que se encierra en cada paso que das por cada uno de sus rincones. Las estaciones del año las configuran de tal manera que en cada una tienen algo especial, si he de ser sincero la que más me gusta es la primavera, es como ver el alumbramiento de nuestra Madre Tierra, todo empieza a tener vida, hasta la roca más estéril nos regala unos “zapatitos de la virgen”. La que más añoro es el otoño, por sus colores realzados por sus atardeceres donde las sombras de los enebros y sabinas llegan hasta el infinito, sus rocas cambian de colores como si de un camaleón se tratase. En invierno, cuando la nieve cubre sus piedras, es momento de meditar ante la pureza del blanco y sobre la soledad que se encuentra en esos días por estos parajes, pero llega el verano y a pesar de ser un desierto implorando unos chaparrones que refresquen sus áridas tierras es cuando mejor se puede transitar por ellas.


Este fue un verano como tantos otros, en el que un grupo de amigos transitamos por caminos recorridos en tiempos ya lejanos, cuando las piernas no se cansaban y lo intrépido rozaba la insensatez. Lo digo por los lugares donde llegábamos buscando descubrir restos de antiguos moradores en cuevas, recovecos, solapos, abrigos, poyales, ... a sabiendas que todo estaba más que descubierto por los pastores actuales que siguieron aprovechando esos abrigos y cuevas para su ganado y que tienen nombre puesto casi a cada piedra desde siglos atrás y que pasaron oralmente de generación en generación hasta nuestros días, que si la Lastra los Seros, que si Los Mirones, El Encinar, el Pilón del Celemín ,Las Cárceles… en muchos de estos abrigos nos dejaron nuestros antepasados estas imágenes que hoy recogemos con nuestras cámaras digitales y ellos harían lo propio con estas pinturas ilegibles ya para nuestra mentalidad tan materialista en la que vivimos.
Con las cámaras fotográficas en ristre nos encaminamos en esa mañana tan calurosa de verano, los caminos se hacen espesos hasta llegar al lugar donde pretendemos, una parte del alma de las Hoces del Duratón.
Tardamos un rato hasta llegar a la botadera que nos llevaría hasta ese poyal donde se encuentra el pequeño abrigo, ahora cama de algún corzo o jabalí, y hace algunos miles de años refugio de algún antepasado que dejó su eternidad plasmada en rojo. Si, allí seguían esas figuras impregnadas en las rocas retando a nuestra tecnología a perdurar tantos siglos como ellas. La visión es muy diferente a estas edades que tenemos, pero seguimos emocionándonos y sorprendiéndonos al verlas y una cascada de preguntas invaden nuestra cabeza, difíciles de asimilar y mucho más de contestar. Lo que si tengo claro es que admirarían las Hoces como lo hacemos nosotros en escapadas como las de este verano, esa atracción, ese embrujo que ejercen sobre todos nosotros al igual que ejercería en los moradores de hace siglos y milenios atrás.
Seguiremos buscando en todos sus rincones ese alma que nos contestará muchas preguntas sobre nuestra existencia y nuestro caminar por este planeta pero que, si de nuevo he de ser sincero, las respuestas las encontraremos cada uno en nuestro interior.


El río Duratón serpentea por sus hoces aproximadamente unos 25 km. desde el Molino Giriego hasta Burgomillodo, en este trayecto se encuentran alrededor de 30 estaciones de pinturas rupestres conocidas relacionadas con las poblaciones de esos momentos, su datación es confusa, entre el siglo IV a. C. y finales del I a. C. El estudio mas amplio sobre este arte rupestre lo hizo la Dra. Mª Rosario de Lucas por los años setenta para su tesis doctoral, anteriormente ya las estudiaron otros, Marqués de Cerralbo, Carballo J., Cabré J., es de imaginar que desde esos años muchas de estas pinturas se habrán perdido para siempre y que otras muchas no habrían, si quiera, llegado a nuestro siglo. Las que podemos admirar aun, están situadas en lugares dentro de las Hoces, digámoslo, un poco rebuscados o emblemáticos para sus autores, orientados hacia el sol en su mayoría, no queriendo decir con esto que en lugares de umbría no hubiesen, si no que tal vez no llegaron a nuestros días a causa de peores condiciones climatológicas. Algunas de las más conocidas son las de El Solapo del Águila, Molinilla, Solapo de los Angostillos... entre muchas otras anónimas que no se nombran por su nombre nada más que por pastores, pues son solo ellos y los muy mayores los que todavía saben como se llaman ciertos lugares.

Desde aquí mando un S.O.S. para que este arte rupestre no se pierda y así futuras generaciones den una respuesta a las incógnitas que encierran estas pinturas esquemáticas, tanto de nuestro pasado como de nuestro futuro.


“El mejor profeta del futuro es el pasado”.

Lord Byron (1788-1824); poeta inglés.
Por último, una pregunta dejo al viento este de la red, que la lleve allá donde sople, este tipo de pinturas esquemáticas se localizan en diferentes puntos de nuestra península, ¿creéis que estas pinturas esquemáticas, sin trasmisión de ningún tipo, ya sea oral o visual, las plasmaría el hombre por simple evolución?
Para ver y comentar el álbum de fotos pinchad AQUÍ.
Para ver la presentación de diapositivas a tamaño completo pinchad AQUÍ.

 Ver Noticia sobre investigacion de las pinturas rupestres 

Ver-http://www.academia.edu/705855/El_arte_rupestre_esquematico_en_el_Barranco_del_rio_Duraton_nuevos_dibujos_enigmaticos_en_la_roca

VER-estudios en la historia

Para ver y comentar el álbum de fotos pinchad AQUÍ.

Ver-Excursion por las pinturas

Para ver la presentación de diapositivas a tamaño completo pinchad AQUÍ.