Como que no quiere la cosa, un día, hace ya dos años, me aventuré en este blog que conocéis y en el que he puesto todo mi empeño en trasmitir eso que me gusta, junto con mi amigo Uge. La experiencia ha sido francamente muy satisfactoria para mi, fue tal vez la escusa perfecta para que con una nevada de la leche llegara a Castrojimeno y pasear por la virginidad del pueblo blanco de esa mañana, casi con esa experiencia mereció la pena, pero como esa fueron unas cuantas. Como buscador algunas veces estamos lejos de encontrar, porque realmente no se sabe lo que se busca, tal vez lo buscamos a kilómetros de distancia y lo tenemos muy cerca, tan cerca como en nuestro interior, pero el vacío de un buscador creo que nunca se llenará. En mi caso, creo que soy polifacético, y he intentado, a través diferentes aficiones, encontrarme. Francamente, es difícil terminar lo que intento describir, tal vez un poco de lo que he intentado encontrar lo reflejen estas imágenes que se me quedaron por el camino en estos dos años, pero al verlas encuentro un poco el guión sin final de mi búsqueda y me pregunto ¿si alguien habrá puesto un final en su guión?



Este es mi río, el Duratón, algo grande para los pueblos por donde pasa y es que no es pa menos.






El CAMPO, ese tan grande y socorrido, se nos presenta siempre, en cada estación, con sus mejores galas para la ocasión. No defrauda nunca, tal vez, nosotros si le defraudamos a él.




Si algo me fascina, es el atardecer, es como morir poco a poco, dulcemente.




Esta es la pequeña iglesia de Castrojimeno, pueblo pequeño como la península donde se asienta. Cantidad de historias se podrían haber contado de esa mañana, una sola se me quedo, Soledad.




A veces alguien posa para ti, sí, le saqué la fotografía pero no me dejó su dirección para mandársela.






El románico de nuestros pueblos me hizo conocer amigos donde estas joyas tan poco reconocidas para muchos son lazos de unión. Recuerdos muy gratos de encuentros virtuales donde se materializan amistades a la sombra de galerías porticadas, recuerdos a Baruk, Syr, Fende, Pilara, Cavestany y señora, Alkaest y señora, Manuel Trujillo, Juancar, Eduard... ¡que cosas tiene este románico!




Bellos rincones de nuestros corrales de las casas, trasmiten serenidad, me transportan a tiempos donde vivir era obligado y duro, donde el no tener nada lo era todo.






Pueblos conocidos por mi de antes, pero desde otro punto de vista. Tienen el alma rota, sus señas de identidad se pierden, los queda el recuerdo de sus pistas de baile, de sus funciones, de huertos de tomates de sabores inigualables, lavaderos de mil risas y cotilleos, fuentes de un no dejar de echar agua por sus caños, bodegas con esa alegría que solo da el vino y una buena amistad, olmas donde la única sombra que dan es la de un pasado y es que en los habitantes que quedan, ya mayores en su mayoría, cualquier tiempo pasado fue mejor a pesar "DE"...