Cuevas de Provanco.

Por aquellos tiempos la vida discurría tranquila en el valle, que se sentía seguro a la sombra del castillo que se alzaba en la cumbre del cerro.
El rey moro que lo habitaba se había casado con una cristiana y del matrimonio nació una preciosa hija a la que pusieron el nombre de Penta.
Esta, al crecer, se convirtió en una muchacha bellísima y de todas partes acudían nobles y príncipes pidiendo su mano. El rey apremiaba a Penta para que eligiese marido entre aquellos pretendientes pero la muchacha, a quien su madre había enseñado las verdades de la religión cristiana y la historia de los ermitaños que se retiraban de la vida mundana en busca de perfección, solo aspiraba a recluirse en una cueva solitaria y rechazaba todas las proposiciones.
Enfurecido, el rey accedió finalmente a los deseos de su hija y autorizó su retiro pero prohibió que se la diera de comer, esperando que el hambre venciera su obcecación y su resistencia al matrimonio, pero allí se manifestó la bondad del Señor y durante muchos años las palomas del valle se encargaron de alimentar a Penta con los granos de trigo y frutos que transportaban con sus picos. Penta vivió santamente y el castillo del rey moro, cuando este murió quedó vacío y sus torres, vencidas por el tiempo,se vinieron abajo. De eso hace ya muchos años, pero en la cueva que hay en la ladera del monte "la Cueva de Santa Penta", y en los desmoronados muros que todavía pueden verse en lo mas alto del cerro que domina el pueblo, permanece su recuerdo.


Vistas del valle, al fondo, desparramadas las casas como si se hubieran caído del alto del cerro, Cuevas de Provanco, por este valle posiblemente llegaron desde el norte los cristianos a reconquistar estas tierras.

Sus calles empinadas, sus tejados empiezan donde otros terminan, las higueras están fáciles de recoger, el fruto de sus copas está a ras de suelo.
Ábside de su iglesia románica, curiosas sus ventanas.

Subiendo a la bodega donde un trago fresco recompondrá un poco el aliento de la subida.

Restos del castillo, apenas un lienzo, dan testimonio de esa plaza fuerte. Estas construcciones como otras muchas desaparecieron por ser canteras fáciles para nuevas obras.