Esta mañana de domingo, al verlas, me vienen recuerdos de la juventud. !Esa que es única e intransferible!, !esa! Recorrer en el verano esos pueblos en bici. Lo primero que hacíamos al llegar al pueblo era parar a la sombra de la olma, trago largo de la fuente próxima y a descansar sentados en los polletes de piedra. Debajo de su copa siempre había chicos enredando y abueletes apoyados sobre sus cayadas contándose mil historias repetidas ya tantas veces. Los chicos con las bicicletas, dando vueltas a la olma bajo la sombra de su inmensa copa, donde montones de pájaros armaban un jolgorio que se unía al mismo ritmo que el griterío de los chavales. Frondosas, verdes como la primavera, llenas de vida a pesar de tener tantos años.... ¿quien las plantaría? No era cualquier árbol, era la olma, se las respetaba, estaban como unidas a ti desde pequeño, termómetro y emblema del pueblo, música de Castilla al azotarlas el viento, dormitorio de mil pájaros y de algún que otro pobre entre su tronco hueco. Hoy las he visto desnudas, frías, inertes, sin sus polletes de piedra, tapadas algunas como sus vergüenzas, con un vestido verde prestado. Recuerdo fiestas de camisa blanca sentados bajo ella, saboreando un pirulí comprado en el puesto del tío Merenge de Hontalbilla, en la primera visita le dejábamos toda la propina luego "a correr" que se decía.
Dicen que las mató la grafiosis, para mí que se murieron de pena viendo a sus pueblos caer en la despoblación y en el olvido.


                                                                    Olma de Frumales
                                         Olma de mi pueblo, Cozuelos de Fuentidueña
                                                             Olma de Adrados

                                    Olma de Fuentesauco de Fuentidueña
                                                            Olma de Perosillo